Muere el vigilante de seguridad de un local de ocio en Jaén tras ser apuñalado por cuatro individuos
El asesinato de un Vigilante de Seguridad en un centro de ocio de Jaen saca de nuevo a la luz la total indefensión de la seguridad privada en el territorio nacional
UGT ha vuelto a insistir a las asociaciones empresariales y al propio Ministerio en la necesidad de mejorar la autoprotección de los vigilantes de seguridad así como hacia una profunda modificación del modelo de seguridad privada instaurado en España.
El apuñalamiento que ha causado la muerte de un vigilante de seguridad mientras prestaba su servicio en un local de ocio de Peal de Becerro (Jaén) vuelve a poner de relieve la total desprotección de las personas trabajadoras en seguridad privada durante la prestación de sus servicios circunstancia que se produce en la totalidad del territorio nacional.
Cada día vigilantes de seguridad son agredidos en distintas instalaciones de nuestro país por el simple hecho de realizar su trabajo. Esta situación insostenible en el tiempo se produce con la callada por respuesta por parte de clientes, usuarios y empresas de seguridad así como con la falta de atención del Ministerio de Interior como máximo garante de la seguridad privada en nuestro país.
El modelo de seguridad privada en España queda compuesto cada vez en mayor grado por un tejido empresarial cuyo único objetivo es rentabilizar sus cuentas de resultados en un mercado donde clientes privados y administraciones públicas someten a la actividad a bajadas continuas de precios de adjudicación de servicios que posteriormente merman cualquier posibilidad de dotar a sus vigilantes de ninguna garantía de empleo y mucho menos de ningún tipo de medida de autoprotección para el desempeño de su actividad laboral. Vigilantes que deben actuar en solitario en distintos servicios de pública concurrencia, vigilantes que están al desamparo en la protección de locales de ocio, jornadas maratonianas de trabajo, atrasos en el abono de las nóminas, incluso cierres de empresas dejando a miles de personas trabajadoras en la exclusión social cada vez son más frecuentes en una actividad complementaria a la seguridad pública y que debería estar implícitamente vinculada a la calidad de sus servicios y a un escrupuloso cumplimiento de las condiciones laborales, contrariamente se presenta como una actividad oportunista para un número importante de empresas desleales con el sector y para sus vigilantes que no es capaz de garantizar la seguridad de sus propios trabajadores y trabajadoras ni la de la ciudadanía que concurre habitualmente a lugares estratégicos en nuestro país.